lunes, 9 de noviembre de 2009

VALENTINO: Un Gnóstico Para Todas Las Épocas.



VALENTINO


Un Gnóstico para todas las épocas


por Stephan A. Hoeller


fuente: http://www.gnosis.org/valentinus.htm


Traducido por Artemidoros
.

Cuando se le preguntó con respecto a los elementos personales en su interés de toda la vida por temas Gnósticos, el profesor Gilles Quispel, el notorio experto Gnóstico y asociado de C.G. Jung, hizo un notable comentario. Durante los oscuros y desesperados años de la II Guerra Mundial, cuando la vida y el mundo parecían carentes de esperanza y alegría, Quispel volvió a estudiar el mensaje del gran maestro y poeta Gnóstico, Valentino. La inspiración, el consuelo, y la fe derivados de los escritos de Valentino fueron instrumentales en convertir a Quispel en un dedicado académico completamente simpatizante del Gnosticismo. No sería una gran exageración declarar que la experiencia del académico holandés está lejos de ser única, y que numerosas personas en nuestro mundo contemporáneo hallan el mensaje de este, el más grande de todos maestros Gnósticos, de eminente y útil relevancia en sus vidas.





El Candidato a Papa


G.R.S. Mead, el temprano gran traductor e intérprete teosófico de documentos Gnósticos, llamó a Valentino "el gran desconocido" del Gnosticismo, y por supuesto es cierto que no poseemos mucha información con respecto a su vida y personalidad. Nació en África, probablemente dentro del territorio de la ciudad antigua de Cartago, alrededor de -o antes- de 100 d.C.; se educó en Alejandría y en su juventud transfirió su residencia a Roma, donde alcanzó un alto grado de prominencia en la comunidad cristiana entre 135 y 160 d.C. Tertuliano escribió que Valentino fue candidato para ser obispo de Roma y que perdió la elección por un margen bastante estrecho. Este mismo fracasado padre de la iglesia ortodoxa (Tertuliano se unió la herejía del Montanismo) [1] alega que Valentino cayó en la apostasía alrededor de 175 d.C. Hay mucha evidencia que indica, sin embargo, que nunca fue universalmente condenado como hereje durante su vida y que fue un respetado miembro de la comunidad cristiana hasta su muerte. Casi con certeza fue sacerdote en la corriente principal de la iglesia, y tal vez hasta fue obispo.

Es ciertamente un tema de interés cual pudiera haber sido el rumbo de la teología cristiana si Valentino hubiera sido elegido para el cargo de obispo de Roma. Su visión hermenéutica, combinada con su magnífico sentido de lo mítico, habría probablemente dado por resultado un florecimiento general de la Gnosis dentro del tejido mismo de la Iglesia de Roma, y podría haber creado un paradigma autorizado de Cristiandad Gnóstica que no habría podido ser exorcizado fácilmente durante siglos, si acaso.



Como muchos de los más grandes maestros Gnósticos, Valentino reclamaba haber sido instruido por un discípulo directo de uno de los apóstoles de Jesús, un "hombre apostólico" con el nombre de Theodas. Tertuliano también declaró que Valentino fue personalmente cercano con Orígenes y uno podría especular, con alguna justificación, que su influencia sobre este padre de la iglesia ortodoxa fue considerable. El carácter general de su contribución ha sido resumido con exactitud por Mead en la manera siguiente:

La Gnosis en sus manos intenta... abarcarlo todo, hasta la más dogmática formulación de las tradiciones del Maestro. El gran movimiento popular y sus incomprensiones fueron reconocidas por Valentino como una parte integral de la poderosa efusión [2]; él trabajó para entretejer todo, lo externo y lo interno, en una sola pieza, y dedicó su vida a la tarea, e indudablemente sólo a su muerte percibió que para esa época, intentaba lo imposible. Solamente unos pocos pudieron apreciar el ideal del hombre, muchos menos entenderlo. (Fragmentos de una Fe Olvidada, p. 297)

Valentino, el Gnóstico que casi se convirtió en papa, fue así el único hombre que podría haber conseguido ganar alguna forma de reconocimiento positivo permanente para la perspectiva Gnóstica del mensaje de Cristo. El hecho que las circunstancias y la marea creciente de una pseudo-ortodoxia regresiva causaran el fracaso de sus esfuerzos, se debe considerar entre las más grandes tragedias de la historia de la Cristiandad. No obstante, han sobrevivido muchos rasgos esenciales de su especial contribución, y muchos más han aparecido recientemente en las arenas del desierto de Egipto. Nos dirigiremos al más importante de estos en las páginas siguientes.


Psico-cosmogonía y la Ecuación Neumática




La a menudo debatida cosmogonía de Valentino puede ser comprendida más provechosamente como estando basada en un solo reconocimiento existencial, que se puede resumir así: Algo está mal. En alguna parte, de algún modo, a nivel existencial del funcionamiento humano, el tejido del ser ha perdido su integridad. Vivimos en un sistema que carece de integridad esencial, y por tanto es defectuoso. Tanto la así llamada ortodoxia Cristiana como los Judíos, reconocen que hay una cierta "maldad" en la existencia humana, pero la explican principalmente en cuanto a los efectos del pecado humano, sea este original o de otra clase. Judíos y Cristianos sostienen que lo que sea que esté equivocado con el mundo y con la existencia humana, es el resultado de la desobediencia humana al Creador. Esto significa, que todo mal, toda incomodidad, y todo terror en nuestras vidas y en la historia son de algún modo nuestra falta. Una gran declaración cósmica de "Mea Culpa" circula por esta visión del mundo, la que permanentemente agrega un titánico elemento de culpa a la psique humana. Valentino, en oposición a esta visión de vida cargada de culpa, sostuvo que el defecto anteriormente mencionado no es el resultado de nuestros propios errores, sino que es inherente en el sistema de existencia en el cual vivimos y nos movemos y tenemos nuestro ser. Además, al postular que a la creación misma le falta integridad, Valentino no sólo quita el peso de la culpa personal y colectiva de nuestros hombros sino que también apunta al potencial redentor residente en el alma de cada ser humano.

Los humanos vivimos en un mundo absurdo al que se le puede dar significado sólo por la Gnosis, o auto-conocimiento. Cuando se refiere al mito de la creación del mundo por un dios, Valentino cambia la responsabilidad por la condición del defecto cósmico, de la humanidad a la divinidad creadora. Que Dios el creador pueda ser responsabilizado por cosa alguna, es por supuesto equivalente a una blasfemia ante la mirada ortodoxa. Lo que necesitamos reconocer, sin embargo, es que Valentino no ve al creador con los ojos adoradores del creyente Judeo-Cristiano, sino que ve al creador -junto con otras divinidades- como un mitologema [3]. Se puede argumentar muchas evidencias para demostrar esto, pero una debe bastar aquí, tomada del Evangelio de Felipe:


Dios creó al hombre y el hombre creó a Dios. Así es en el mundo. Los hombres hacen dioses y rinden culto a sus creaciones. Sería adecuado que los dioses rindieran culto a los hombres. (Logion 85: 1-4)


El presente autor sostiene que el Gnosticismo Valentiniano (así como todos los demás), se puede entender en términos psicológicos, de modo que los mitologemas religiosos tratados por los Gnósticos se aborden como simbolizando condiciones psicológicas y poderes intra-psíquicos de la mente. Adoptando este punto de vista, podemos concluir que lo que Valentino nos dice es que debido a que nuestras mentes han perdido su auto-conocimiento, vivimos en un mundo auto-creado que carece de integridad. La palabra kosmos utilizada por los Gnósticos no significa "mundo," sino más bien "sistema," y de esta forma puede ser absolutamente bien aplicada a la sistematización de la realidad creada por el ego humano. No tenemos que preocuparnos en demasía acerca de que si Valentino insulta a Jehovah al llamarlo un demiurgo. Lo que importa es que actuamos como nuestros propios demiurgos psíquicos, primeramente por crear y habitar un kosmos defectuoso creado a imagen y semejanza de nuestras propias fallas.

La proposición de que la mente humana vive en gran parte en un auto-creado mundo ilusorio de donde sólo la iluminación de algún tipo de Gnosis puede rescatarla, halla análogos poderosos en las dos grandes religiones del Este, es decir, Hinduismo y Budismo. El siguiente enunciado de los Upanishads, podría haber sido escrito fácilmente por Valentino u otro Gnóstico: “Este (mundo) es el Maya de Dios, a través del cual se engaña a sí mismo". Según las enseñanzas de Buda, este mundo de aparente realidad consiste de ignorancia, impermanencia, y falta de autenticidad. Valentino está verdaderamente en muy buena compañía cuando establece la perspectiva que el equivocado sistema de falsa realidad puede ser corregido por el espíritu humano.



Esto nos lleva a la segunda parte, que algunos académicos han llamado la ecuación pneumática de Valentino. Luego de aceptar el asunto del sistema defectuoso, la mente necesita reconocer una segunda verdad complementaria. Ireneo, en su trabajo contra las herejías, cita a Valentino con relación a esto:


La redención perfecta es la cognición misma de la grandeza inefable: puesto que a través de la ignorancia resultó el defecto... todo el sistema que se desprende de la ignorancia se disuelve en la Gnosis. Por eso la Gnosis es la redención del hombre interno; y no es la del cuerpo, porque el cuerpo es corruptible; ni es psíquico, puesto que hasta el alma es producto del defecto y es alojamiento al espíritu: lo pneumático (espiritual), por tanto, debe ser redimido también. A través de la Gnosis, entonces, se redime al hombre interno, espiritual: que para nosotros basta la Gnosis del ser universal: y ésta es la redención verdadera. (Adv. Haer. I. 21,4)


La ignorancia de las agencias que crean el falso sistema es entonces deshecha y rectificada por la Gnosis espiritual del ser humano. El defecto puede ser removido por vía de la Gnosis. No hay necesidad alguna de culpa, de arrepentimiento del así llamado pecado, ni hay necesidad de la creencia ciega de una salvación delegada por vía de la muerte de Jesús. No necesitamos ser salvados; necesitamos ser transformados por la Gnosis. El error, la perversidad, la torpeza y la malignidad de la condición existencial de la humanidad se puede cambiar en una imagen gloriosa de plenitud del ser. Esto no se logra a través de la culpa, la vergüenza, y de un salvador eterno, sino por la activación del potencial redentor del auto-conocimiento. El auto-conocimiento espiritual se convierte así en el equivalente inverso de la ignorancia del ego irredento. Las elaboradas estructuras míticas de contenido cosmogónico y redentor que nos legó Valentino no son sino las expresiones poético-escriturales de esta gran proposición, que tiene una pertinencia directa con la condición existencial de la psique humana en todas las épocas y en todas las culturas.



El Salvador Gnóstico: un Hacedor de Totalidad


Sería erróneo deducir de lo anterior que Valentino en sus enseñanzas negara o disminuyera la importancia de Jesús. La gran devoción y reverencia mostradas por Valentino hacia Jesús son ampliamente manifiestas con la sublime belleza poética del Evangelio de la Verdad, que en su forma original fue, de hecho, autoría del mismísimo Valentino. Según Valentino, Jesús es verdaderamente Salvador, pero el término necesita entenderse en el significado de la palabra griega original, utilizada por Cristianos ortodoxos y Gnósticos por igual. Esta palabra es soter, que significa sanador, u otorgante de salud. De esta se deriva la palabra que hoy se traduce como salvación, es decir, soteria, que originalmente significó sanación, liberación de la imperfección, llegar a ser íntegro, y preservar la integridad propia. ¿Cual es entonces el papel del soter productor espiritual de integridad, si claramente no necesita salvar a la humanidad de pecado alguno original o personal? ¿Cual es el estado o condición de la nuevamente encontrada salud espiritual concedida o facilitada por tal sanador-salvador?



Lo que el Gnóstico argumenta es que tanto el mundo como la humanidad están enfermos. La enfermedad del mundo y su equivalente enfermedad humana tienen una raíz común: la ignorancia. Ignoramos los valores de vida auténticos y los hemos substituido con valores falseados. Los falsos valores son en su mayor parte o físicos o mentales. Creemos que para ser felices o completos requerimos de cosas (como dinero, símbolos de poder y prestigio, placeres físicos). De igual modo nos enamoramos de las ideas y abstracciones de nuestras mentes. (Las rigideces y las inclemencias de nuestras vidas siempre se deben a nuestra excesiva fijación con conceptos y preceptos abstractos). La enfermedad del materialismo fue llamada hyleticismo (culto de la materia) por los Gnósticos, mientras que la enfermedad del intelectualismo y el moralismo abstractos se conoció como psiquismo (culto del alma mental-emocional). El verdadero papel de los facilitadores de la totalidad en este mundo, entre quienes Jesús ocupó el lugar de honor, es que pueden exorcizar estas enfermedades trayendo conocimiento del pneuma (espíritu) al alma y a la mente.

¿Qué es este pneuma, este espíritu, lo único que trae Gnosis y curación a la enfermedad de la naturaleza humana? No podemos, en verdad, decir qué es lo que es, pero podemos sugerir qué hace. Se ha dicho que el espíritu insufla donde sopla. Trae flexibilidad, valor existencial de vida. Por medio de la actividad sanadora del pneuma, el alma cesa de fascinarse y confinarse por cosas e ideas y puede entonces dirigirse a sí misma a la vida. La obsesión de la psique humana con la importancia del mundo material y/o del mundo abstracto intelectual y moral, es la enfermedad de la cual los grandes salvadores de la humanidad nos redimen. De este modo, se reemplaza el estado obsesivo de las ataduras materiales y mentales con libertad espiritual; los previos valores falseados dan paso a los genuinos que trae el espíritu.


Unión y Redención como Sacramentos

Los métodos expresados por Valentino para facilitar una verdadera Gnosis espiritual, no se confinan a doctrinas filosóficas y mitologemas poéticos. El sistema Valentiniano era sobre todo un sistema sacramental. El Evangelio de Felipe menciona explícitamente cinco de los siete sacramentos históricos (o más bien sus formas Gnósticas originales) y menciona implícitamente los dos restantes.

Además del bautismo, la unción, la eucaristía, la iniciación de sacerdotes y los ritos para moribundos, la Gnosis Valentiniana menciona prominentemente dos grandes y misteriosos sacramentos llamados respectivamente "redención" (apolytrosis) y "cámara nupcial". Aunque se han perdido muchas de las fórmulas para estos ritos, se puede todavía descubrir sus significados esenciales ojeando los varios comentarios proporcionados por los padres de la iglesia y las referencias contenidas en las escrituras Gnósticas.



La cámara nupcial, o unión pneumática, es por mucho el más frecuentemente aludido de los más grandes sacramentos. El Evangelio de Felipe hace referencias constantes a este sacramento, y hay referencias sobre el tema en un gran número de escrituras Gnósticas. Ireneo asocia este sacramento principalmente con los seguidores de Valentino, pero las fundamentos teóricos que sirven como su razón psicológica están presentes generalmente en el corpus de escrituras Gnósticas. Así, el Evangelio según Tomás, que en general se considera que está relativamente libre de influencias Valentinianas, nos presenta lo que se puede considerar la formulación más clara del fundamento teórico de la cámara nupcial en su Logion 22o:

Cuando haces de los dos uno, y cuando haces al interno como el externo y el externo como el interno y lo de arriba como lo de abajo, y cuando haces al varón y la hembra en un solo, para que el varón no sea masculino y la hembra no sea femenina... entonces entrarás en el reino.




La base psicológica sobre la que se funda el ritual de la cámara nupcial se comprende con bastante facilidad. La Gnosis considera al ser humano como dividido y fragmentado dentro de sí mismo. Las divisiones tienen aspectos numerosos: estamos involucrados en lo que la psicología moderna llamaría una dicotomía Yo-Sí Mismo, en una dicotomía Anima-Animus, en una dicotomía cuerpo-mente, en una dicotomía de lo subjetivo-objetivo, y muchas otras. Todas estas divisiones requieren reparación, o curación. Así como el Pleroma, o plenum divino, se caracteriza por la plenitud, así el ser humano debe otra vez volverse completo y a consecuencia de esto adquir las cualificaciones para reingresar al Pleroma. La Psicología contemporánea, especialmente la Jungiana profunda, imagina tal unión pneumática como el objetivo último de lo que llama el proceso de individuación. A diferencia de los psicólogos Jungianos, que pueden ofrecer únicamente la práctica del análisis como instrumento para el proceso de reunificación, para documentar y dramatizar ritualmente esta unión Valentino al parecer se inspiró en el gran sacramento de la cámara nupcial. El mito de Sophia sirve de muchas maneras como el soporte mitológico de este sacramento. El mito implica que la creación del mundo imperfecto y el confinamiento del alma dentro de él, se originó por la ruptura de la original unidad espiritual del Pleroma, de modo que para el retorno del alma al abrazo amoroso de su novio, como se indica por el regreso de Sophia a los brazos de Jesús, representa entonces la curación de esta ruptura y la restauración de la totalidad.

El sacramento de la cámara nupcial, más que cualquier otro rasgo de la Gnosis Valentiniana, nos da una clara indicación del carácter psicológico contrastado con el carácter teológico de la enseñanza y práctica Gnósticas. El propósito profesado de este rito es el "convertirse en uno" el alma del iniciado, individual y personalmente, mientras que las consideraciones cósmicas y escatológicas no desempeñan papel alguno en esto. No es un ser abstracto o la creación lo que se sana y unifica con este sacramento, sino el ser interior de un individuo humano. Puede ser justo decir que Valentino practicaba un ritual de individuación, cuya necesidad en el mundo de hoy queda en evidencia por la más alta y mejor de las investigaciones psicológicas. Es quizás característico del triste deterioro del sistema sacramental de la Cristiandad histórica, que se haya permitido que esta unión intrapsíquica se transfiriese al sacramento del matrimonio, implicando una relación contractual de dos personalidades terrestres dentro del defectuoso contexto de las costumbres sociales.




Sin embargo, no es suficiente ser unificado en la naturaleza de uno - así lo implicó Valentino-, uno debe ser también redimido de la corrupta y confusa esclavitud del falso mundo existencial en el cual uno vive. Esta liberación de los engranajes del mundo de imperfección se lograba por el sacramento de la redención (apolytrosis), a veces también llamado restauración (apokatastasis). Este podría llamarse el acto final de separación del dominio de los estados ilusorios y engañosos de la mente. Aunque no está establecido por ningún medio si se administraba el sacramento de la cámara nupcial primero y posteriormente el de la redención, es convicción del presente autor que se hacía verdaderamente en ese orden. El individuo en quien se habían unido las dualidades y las escisiones habían sido sanadas (la persona individuada, como Jung podría haberla llamado) quedaba entonces empoderada para repudiar las fuerzas desprovistas de sentido iluminador. Esto se expresa bien en una de las fórmulas de restauración preservadas de fuente Valentiniana:

Estoy establecido, estoy redimido y redimo mi alma de este eón y de todo lo que viene de él, en el nombre de IAO, quien redimió su alma hasta la redención en Cristo, el viviente. (Ireneo, Adv. Haer. I. 21,5)



Así como se dice que Buda triunfantemente repudió los trabajos de Mara el engañador subsecuentemente a su iluminación debajo del Árbol Bodhi, así el Gnóstico corta toda conexión con la inconciencia y la compulsión y vive y muere como un soberano ser de luz y poder de ahí en adelante. Hay muchos signos de que los dobles sacramentos de la cámara nupcial y la redención ocasionaron enormes transformaciones y llevaron gran empoderamiento a las vidas de sus destinatarios. (Estos ritos sobrevivieron en forma modificada entre los seguidores del profeta Mani y entre los Cátaros del Languedoc. Estos últimos tenían un gran sacramento parecido a la apolytrosis, llamado el consolamentum, que proporcionó a sus destinatarios no sólo una gran serenidad de vida sino también un valor virtualmente inigualado para enfrentar la muerte).

El anterior material -y muchos otros relacionados con la Gnosis Valentiniana que tenían que quedar inexplorados por la brevedad de esta exposición- sirve para ilustrar las grandes e innegables virtudes de esta herencia de sabiduría. La integridad filosófica, el discernimiento psicológico, la exaltación poética y artística y la belleza, mezclados con verdaderas devoción y emoción religiosas, caracterizan la contribución de Valentino y lo elevan por encima de lo demás sistemas y escuelas Gnósticos y semi-Gnósticos. Si fuera uno a combinar los más altos y mejores productos de Existencialismo, uno podría tan sólo esperar poder acercarse al sublime mensaje del gran técnico de la transformación humana, que nos llama desde la distancia de casi dos milenios. Valentino verdaderamente vive. Era y es un conocedor, un Gnóstico para toda época, una fuente de inspiración y guía para las personas en toda era y clima: un mensajero sin tiempo de los misterios del alma. No se podría concluir esta breve exposición y tributo con una esperanza más apropiada que la encarnada en el fragmento siguiente de una bendición Valentiniana:





Que la Gracia más allá del tiempo y del espacio,
la que existía antes de los inicios del Universo,
llene a nuestro hombre interno e incremente dentro de nosotros la semejanza de si misma,
como el grano de mostaza.


FIN


Este artículo apareció inicialmente en Gnosis: A Journal of Western Inner Traditions (Vol. 1), y se reproduce aquí con permiso del autor.


Notas del Traductor


[1] Montanismo: Herejía de tendencias apocalípticas y semi-místicas, iniciada en la última mitad del siglo II en la región de Frigia (Asia Menor) por Montanus. Véase:
y
http://www.cristianismo-primitivo.org/siglo_II/montanismo.htm#2


[2] efusión (de enseñanzas); se refiere al resultado de la intensa actividad evangelizadora de los Apóstoles y sus discípulos.


[3] El mitologema es aquella pregunta que se plantea el ser humano y que no tiene respuesta desde el positivismo científico. Cuatro mitologemas fundamentales serían, por ejemplo: los de la Vida, el Amor, el Sufrimiento y la Muerte. Y, desde esta perspectiva, los mitos no son más, ni menos, que relatos simbólicos que intentan dar respuesta a los mitologemas. Así, el mito hebraico de Adán y Eva respondería al porqué del misterio de la condición mortal del hombre, como el mito griego de Epimeteo y Pandora, como tantos otros...
(de http://www.viversan.com/trabalon/colabora/julio5b.htm)

[4] Con excepción de los "retratos" de Valentino y Orígenes, las imágenes que ilustran el texto pertenecen la producción artística de Jean Delville y Fernand Khnopff.