sábado, 11 de junio de 2011

La Tradición de la Cristiandad Hermética


LA TRADICIÓN DE LA CRISTIANDAD HERMÉTICA


Traducido por Artemidoros de:
The Hermetic Journal-Issue Number 27-Spring 1985, pp. 7-12





Es verdad,
es cierto
es toda la verdad!



Lo que está abajo es como lo que está arriba,
y lo que está arriba es como lo que está abajo,
para cumplir los milagros de Una sola cosa.


Y de la misma manera que todas las cosas
vinieron del UNO, por un intermediario
así todas las cosas nacieron de esta Unión.


El Sol es el padre,
la Luna es la madre,
el Viento la llevó en su vientre,
la Tierra es su nodriza.


Hermes Trismegisto (de LA TABLA ESMERALDA)




Hacia el año 1460, CÓSIMO DE MEDICIS, soberano sin corona de Italia, encarga al monje Lionardo para buscar algunos manuscritos en Macedonia. Lionardo fue uno de los numerosos intermediarios que recogían manuscritos de los autores clásicos griegos y romanos para los Medicis. Los manuscritos iban a encontrar su destino en la Laurenziana, fundada en 1444, y en ese momento la mayor biblioteca hermético-cristiano de Europa.


Lionardo regresó de su viaje con algo muy especial; trajo a Cosme un manuscrito con catorce tratados, el CORPUS HERMETICUM. Se le atribuye a HERMES TRISMEGISTO, el nombre griego del dios egipcio Thoth, a quien los romanos llamaban Mercurio, el mensajero de Dios. El Corpus Hermeticum pronto se hizo conocido como el Codex Laurentianus. Numerosos tratados han sido atribuidos a Hermes Trismegisto, como la TABULA SMARAGDINA (la Tabla de Esmeralda), ASCLEPIO y POIMANDRES. Aunque se supone que Apuleus de Madaura había traducido el Asclepio al latín ya en el siglo segundo dC, no se conocieron otras traducciones del Corpus Hermeticum hasta el Renacimiento.


Con vista al intento de unificación de la Iglesia Católica Romana y la Iglesia griega-ortodoxa en el Concilio de Florencia (1438), varios eruditos bizantinos estuvieron residiendo en Florencia, entre ellos GEMISTOS PLÉTHO. Fueron ellos principalmente quienes dieron a los italianos el impulso para traducir en particular los estudios griegos. Y así fueron recopilados los manuscritos de Platón a la espera de ser traducidos por MARSILIO FICINO, que trabajó para Cosme de Medicis como escritor, traductor y que, como maestro y pedagogo, ejerció gran influencia sobre el nieto de Cósimo de Medicis, LORENZO DE MEDICIS. Pero, como era conocido de las fuentes de los primeros Padres de la Iglesia -como Tertuliano, Clemente de Alejandría, Cipriano, Eusebio, Agustín y Lactancio- que el trabajo de Hermes era más antiguo que los escritos de Platón, Cósimo encargó a Ficino en 1463 la tarea de traducir el Corpus Hermeticum del griego al latín en primer lugar.


El elogio que algunos primeros Padres de la Iglesia -que estaban conectados aún con la gnosis pre-cristiana– otorgaban a Hermes, emergió posteriormente en la introducción de Ficino al Corpus Hermeticum.


Tertuliano lo llamó el “magister omnium physicorum”, maestro de toda la filosofía natural. Clemente vio en él la fuente del sacerdocio egipcio y Lactancio escribió sobre él: “Este Hermes ha, no sé cómo, encontrado nada más que la verdad en toda su plena extensión”. Lactancio vio a Hermes como el precursor del cristianismo, el heraldo del Logos, el Verbo, el Cristo.


Agustín, sin embargo, anteriormente miembro de los maniqueos, no podía apreciar a Hermes, como se desprende de su obra De Civitate Dei (Ciudad de Dios), en el que criticaba la sabiduría de Hermes como pagana.


En cuanto a Siria y todo el mundo árabe, como vemos por ejemplo en los Hermanos Fieles de Basora en el año 1000, podemos seguir una tremenda influencia de Hermes. La leyenda cuenta que, por ejemplo, el texto árabe de la Tabula smaragdina ha sido encontrado en un “cuarto subterráneo por el Maestro Balinus el Sabio”, el nombre árabe de APOLONIO DE TIANA.


Será a través de Grecia de que la teoría egipcia de la sabiduría de Hermes Trismegisto, de Oriente - la tierra del sol naciente - pasará a Occidente - la tierra del sol poniente - y en particular por Pitágoras, Platón y los Neo-platónicos.


Desarrollo de la influencia del Corpus Hermeticum




En el Occidente vemos el desarrollo de una síntesis entre la teoría de la sabiduría que emana de Egipto y el conocimiento iniciático de los misterios cristianos, que a su vez tienen sus raíces en los misterios pre-cristianos en general, todos procedentes de una y la misma fuente. Ciertamente, no carece de significancia que en la Biblia podamos leer, con respecto a Jesús, el texto: “De Egipto llamé a mi hijo”. Es en este país que también Abraham, Moisés y Aarón adquirieron sus iniciaciones.


Por ejemplo, en el maniqueísmo y el priscilianismo, en la labor de la Alianza Triple de la Luz (Grial, los Cátaros y la Rosa Cruz), en la alquimia, el misticismo y rosacrucismo podemos en mayor o menor grado seguir la influencia del hermetismo en el cristianismo esotérico, teniendo en cuenta que, además de esto, el efecto del cristianismo interno podría encontrar su camino de manera específica a menudo en varios grupos, e individuos.


Gracias a la labor de Ficino y a las iniciativas de Cosme y Lorenzo de Médicis, el Corpus Hermeticum pudo encontrar un terreno firme en Europa. A través de una élite de personas altamente dotadas, a la cual pertenecían además de Ficino y los Medicis también ALBERTI, POLIZIANO, LANDINO Y PICO DELLA MIRANDOLA, un verdadero renacimiento desarrollado en Italia con respecto a la religión, el aprendizaje y el arte. Artistas como Botticelli, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Rafael, Tiziano, Albrecht Durero y muchos otros encontraron su inspiración en Ficino. Fue un renacimiento para el cual el punto central era lo universal -para entonces el homo universalis (el hombre universal). Centros focales fueron la Academia Platónica, de la cual Ficino tenía el control, y la biblioteca Laurenziana.


“Y Cristo, en solitario, con su ejemplo ha inspirado más a la gente a llevar una vida sincera y sagrada que lo que todos los oradores y filósofos han podido lograr con palabras”, escribió Ficino en una carta a Lorenzo de Médicis.


Fue en y desde Cristo, en conexión con la sabiduría de Hermes Trismegisto, que Ficino encontró la inspiración para su gigantesca obra.


Cuánto apreciaba Ficino a Hermes Trismegisto puede notarse a partir de su introducción al libro de Hermes Trismegisto, el cual dedicó a Cosme de Médicis, Pater patriae, Padre de la Patria.


“Lo llamaban Trismegisto, lo que significa tres veces más grande que todos, que lo era, y el filósofo más grande y el mayor sacerdote y el rey más grande. Pues los egipcios tenían, como escribe Platón, la costumbre de seleccionar a sus sacerdotes de la casta de los filósofos, y sus reyes de la de los sacerdotes. Entonces, cuando Mercurio se destacó muy por encima de todos los filósofos en el conocimiento y la doctrina, fue nombrado sacerdote. Y cuando superó a los sacerdotes en la santidad de la vida y en la religiosidad, obtuvo la dignidad real. Y por su legislación y regla opacó el brillo de los reyes anteriores a tal punto que fue llamado con razón el mayor tres veces.


“Entre los filósofos él fue el primero en enseñar con profundo conocimiento sobre la majestad de Dios, sobre el orden de los seres sobrenaturales y de los cambios de las almas. Por consiguiente, ha sido llamado el primer escritor teológico. Después de él vino Orfeo, a quien se asigna el segundo lugar en la Antigüedad.


“Aglaofemo se inició en la doctrina sagrada de Orfeo y en la teología fue sucedido por Pitágoras. Su seguidor fue Filolao, maestro del divino Platón. En consecuencia se trata de una escuela armoniosa y coherente de la teología antigua, formada por una curiosa cadena de seis teólogos a partir de Mercurio que llega a su finalización en el divino Platón. Mercurio escribió una larga serie de libros sobre el conocimiento de lo divino.


“¡Por el Dios inmortal! ¿Qué misterios ocultos, que sorprendentes oráculos son revelados en estas obras! Además de como filósofo, repetidamente habla como profeta y predice lo que está por venir. El previó el final de la antigua religión y el surgimiento de una nueva fe, la venida de Cristo, el juicio final, la resurrección del mundo y la glorificación de los bienaventurados y el castigo de los pecadores…”


Por la traducción de Ficino, el Corpus Hermeticum fue rescatado del olvido de una vez por todas. Antes de 1641 se habían publicado no menos de 22 ediciones del mismo. Su influencia fue enorme. Al día de hoy, sin embargo, se discute acerca de la antigüedad real del Corpus Hermeticum. Algunas personas incluso disputan que Hermes sea realmente el autor de este trabajo y si Hermes realmente era de origen egipcio, como fue el dictamen del crítico CASAUBONUS en el siglo 17. Mucho más esencial que la fecha históricamente correcta, y que si alguna vez hubo una persona llamada Hermes Trismegisto, es el significado espiritual del Corpus Hermeticum, como lo afirman todos los esoteristas.


De las diversas instrucciones esotéricas se puede aprender, para el caso, que el nombre de Hermes Trismegisto no se refiere tanto a una sola persona como a una familia real y sacerdotal de iniciadores egipcios que legaron en su doctrina la sabiduría de los templos egipcios a aquellos que habían sido ennoblecidos con ese propósito.


Hermes Trismegisto es el término colectivo para la familia real y sacerdotal que llevó la sabiduría a los templos egipcios. Ellos fueron los portadores claves de los secretos de las pirámides, ennoblecidos en la sabiduría real, la verdadera religión y el arte original. Una de las más famosas ciudades-templo de su época era Hermópolis.


Aquel que ha comprendido la imagen espléndida de las losas de mármol del pavimento de la catedral de Siena, es consciente que el Oriente ha pasado la sabiduría hermética al Occidente en la forma del Corpus Hermeticum y que esta teoría de la sabiduría en relación con los misterios cristianos será determinante para lo que en esoterismo se llama el desarrollo de Manasman en la Era de Acuario. El Manasman es el hombre que entra en la conciencia de la mente-alma, el hombre que ha establecido un vínculo con Poimander, el poder de la mente.



Hermes Trismegisto, catedral de Siena



A los pies de la imagen nos encontramos con el texto: “Hermes Mercurio, Trismegisto, contemporáneo de Moisés”. En su mano izquierda sostiene una especie de tableta con el apoyo de dos esfinges, en la que un texto casi intacto en latín dice: “Dios, el creador de todas las cosas, creó un segundo Dios perceptible... y estaba complacido y lo amaba como a Sí mismo... Él, que es llamado la Santa Palabra “.


El hombre vestido con ropa oriental y con un turbante aquí simboliza el Oriente, Egipto. Él es el primero en recibir el Corpus Hermeticum de las manos de Hermes, como podemos ver en la imagen.


“Recibid la escritura y la ley, Oh egipcios”, podemos leer, entonces, en el libro que Hermes le entrega. Y detrás del hombre vestido con ropa oriental se encuentra un hombre occidental, vestido con hábito de monje, sin barba, mirando en la dirección de Hermes Trismegisto. Él simboliza el Occidente, que después de Oriente recibe el Corpus Hermeticum como fundamento de la tradición del cristianismo hermético.

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