"Ya mucho antes del nacimiento de su hijo, la madre que lo lleva
en su seno debe tomar conciencia de los poderes que ella tiene
sobre él. No basta con que ya ame a este niño, es preciso que
aprenda a utilizar los poderes del amor. Pensando en su hijo,
tiene la posibilidad de proyectar su amor hasta las regiones
sublimes para recoger de allí los elementos necesarios para su
correcta evolución, y transmitírselos.
¿Cómo puede creer una madre que sólo con sus recursos puede ser
capaz de dar a su hijo todo lo que necesita, si no va a buscarlos
a otra parte, más arriba, en el plano espiritual? Entonces, de
vez en cuando, durante algunos minutos, varias veces al día, con
sus pensamientos, con sus oraciones, se presenta ante Dios
diciéndole: «Señor, quiero que este hijo que me das sea tu
servidor. Pero para ello necesito otros elementos que sólo están
cerca de Ti: dámelos, por favor.» Diréis que no es fácil
presentarse ante Dios. Ciertamente, es una manera de hablar.
Sólo pensando en la belleza, la luz y la eternidad, la madre
atraerá elementos sutiles más elevados y se los transmitirá a su hijo."
Omraam Mikhaël Aïvanhov
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